sábado, 3 de noviembre de 2018

La RAE y la actualidad más inmediata

OS INTELECTUALES Y ESPAÑA

Económicamente maltrecha, amenazada por presiones políticas y con un escenario de luchas de poder tras la marcha de Darío Villanueva, la RAE sigue limpiando, fijando y dando esplendor por lingüistas como él.
"Por proteger al catalán, se deniega en la escuela el dominio del español. Se está haciendo un daño irreparable".
Pocas personas como él pueden analizar la actual situación de nuestro idiomal. Salvador Gutiérrez Ordóñez (Bimenes, 1948) tiene además una visión particular, pues es el responsable del departamento de "Español al día" de la Real Academia Española (RAE) y también forma parte del consejo asesor de la Fundación del Español Urgente, la Fundéu BBVA.

¿Qué importancia tiene el lenguaje en nuestra vida?
La lengua es uno de los atributos más internos del hombre. El hombre crea la lengua y la lengua crea al hombre. Son dos direcciones que están puramente interrelacionadas. Además, la lengua es el vehículo de comunicación, de percepción, de ingreso de cultura en nuestra mente. También está íntimamente relacionada con muchos aspectos del conocimiento objetivo, por un lado, y de lo que es el sentimiento, la vivencia, la historia, a fin de cuentas. La lengua es el centro de la cultura y todo pasa por los lenguajes.
¿Qué le parece el actual debate sobre el lenguaje inclusivo?
Hay una ley del desdoblamiento de género: niños y niñas, hombres y mujeres, etcétera. No contradice lo que es la lengua. Pero existe un principio de economía del lenguaje y la lengua lo sigue bastante al pie de la letra. Admite dispendio en algunos casos, como en el lenguaje poético o estilístico. Pero en la comunicación ordinaria no seremos capaces, cuando hablamos, de mantener siempre lo de "niños y niñas", "alumnas y alumnos", "padres y madres". Lo de "todos y todas" se puede mantener en una situación administrativa, cuando uno está en la tarima. Pero cuando baja, eso es prácticamente imposible.
¿Por qué cree que se ha montado tanta polémica?
 El feminismo ha puesto mucho acento en ello. Y yo creo que el razonamiento está equivocado. El uso del masculino genérico no oculta a la mujer, porque el hombre tampoco está incluido. Podrán conseguir que se utilicen los desdoblamientos en determinados escenarios, como cuando hablen en público. Pero es prácticamente imposible que eso se generalice, porque la lengua tiene un principio de economía que no lo permite. ¿Qué se consigue con todo esto? Que se hable mucho, que haya mucha publicidad, mucho ruido. Y favorece las tesis del feminismo que, por otro lado, todos apoyamos.
 La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, ha solicitado un informe sobre la aplicación del lenguaje inclusivo en la Constitución española. Y la RAE ha creado una comisión para ello.
Yo no sé qué hará esa comisión. Lo que yo pienso y lo que la Academia pensó cuando Ignacio Bosque hizo su informe sobre la materia es que no tienen sentido los desdoblamientos constantes. En estos momentos las guías de lenguaje inclusivo y no sexista dicen que solamente aconsejan esto en las situaciones administrativas, en las comunicaciones por carta a los padres y las madres de los colegios... Si no lo proponen para todos los ámbitos, es que están reconociendo que no tiene fundamento. Dentro de la RAE hay bastante consenso, porque predominan las posiciones de los técnicos, la gente que conoce el funcionamiento de la lengua. Así que el informe será puramente técnico.
¿Cómo ve la actual influencia del inglés sobre el español?
Las lenguas son permeables. Y buscan la perfección en la expresión. Pero, por otra parte, quieren adaptarse al mundo en que viven, a expresar nuevas realidades. Y hay nuevas realidades que, desde el punto de vista social, político, económico o científico, se captan primero en los países de habla inglesa. En su momento fue el español y exportaba términos.
¿Es una amenaza?
Bueno, debemos hacer que el español sea una lengua moderna que dé nombre a esas realidades, conceptos y maneras de relacionarse. Y que, dentro de lo posible, conserve su identidad. No pasa nada porque el español adopte o adapte términos. Porque ése es el mecanismo: hemos adoptado fútbol y muchas palabras que ya son absolutamente nuestras. Una vez que las adoptamos y las adaptamos, las fagocitamos y las envolvemos, son palabras del español. Lo que no tiene sentido y hay que tratar de evitar es que palabras extranjeras continúen usándose constantemente. Igualmente, hay que intentar no ser bobalicones ni creer que lo dicho en otro idioma es más perfecto y que no se puede adaptar. Todo se puede adaptar.
¿Por ejemplo?
El sufijo 'ing'. Estamos adaptando palabras del inglés con ese sufijo, pero no solamente, sino que también las creamos. Decimos 'vending' y 'balconing'. Es uno de los extremos de ese espíritu de aceptarlo todo. Cuando hay formas de adaptarlo: nosotros tenemos mitin, de 'meeting', y es perfecto. Ése es el camino que hay que seguir.
¿Es el idioma una forma de control social?
El lenguaje es una herramienta importantísima de argumentación, de influencia sobre el interlocutor. Los sociólogos del lenguaje, que estudian la publicidad y la convicción, ven cómo hay determinadas expresiones y formas de comunicarse que influyen sobre los demás. Por ejemplo, la técnica de Hitler de repetir, repetir y repetir para que quede un poso y, de ahí, influir en los demás. Hay metáforas brillantes que parece que anidan mejor en la cabeza de los que reciben el mensaje. También hay técnicas en las que el que emite la propaganda, vamos a decir Trump, propone determinadas medidas que sabe, por el estudio de redes, que están en sintonía con lo que perciben los interlocutores. Y ese mensaje cala más profundo. Por eso el lenguaje es un poderoso instrumento de manejo social e individual hacia los demás.
¿Cómo se puede combatir eso?
Hay que enseñar cómo el lenguaje nos puede engañar. Cuando alguien anuncia algo siempre utiliza palabras que son positivas, brillantes, relacionadas con la felicidad. Cuando alguien insista en ese sentido, ten cuidado, porque es una técnica de convencimiento de masas. Cuando ves que alguien acude a sentimientos primitivos como el miedo o la superioridad de una raza sobre otra, racionalízalo. Por eso es tan importante la enseñanza de la filosofía y de los mecanismos lingüísticos y de imagen. Por ejemplo, ante un ketchup, un niño reacciona mucho mejor si hay una imagen de un muñeco, mientras que los padres reaccionarán mejor si aparece un tomate.Hay imágenes que connotan y palabras que connotan.
¿Qué le parece que la filosofía vuelva al currículo académico?
La filosofía es enormemente importante, porque es la que configura, la que, de alguna manera, hace que el individuo comience a pensar. Y le puede dotar de una mentalidad crítica. La filosofía moral es enormemente importante para saber cómo tiene que comportarse un ciudadano dentro de este mundo lleno de vaivenes ideológicos y mentales, como los que provoca el dinero. También para valorar las cosas que son importantes en la vida.
¿Cómo cree que usan el español los políticos de aquí?
Si estamos esperando que los políticos actuales sean oradores como Castelar y Azaña... pues no. Hay muy pocos que sean así. Lo que sí es verdad es que el lenguaje de los políticos está muy cuidado por los asesores de imagen. Está todo muy medido para evitar reacciones negativas. Es un lenguaje... político [risas]. Se evita tocar cuestiones candentes y términos polémicos, se escabulle por la generalidad y no se entra en el debate. Es curioso, sobre todo en las entrevistas, porque el político trata siempre de no responder al periodista y pensar en el que lo va a leer, la influencia que va a tener. Es un nivel menos culto, más zarrapastroso, pero más cuidado desde el punto de vista de la repercusión social. No importa tanto lo estético como lo práctico.
¿Qué problema de España le parece más preocupante?
Desde el punto de vista externo, la convivencia política. Pero desde el interno, la educación. Que el país sepa ver que el futuro depende de la educación y de la investigación. Hay cosas más visibles y fenomenológicas y otras que son más profundas. De la buena educación depende el progreso de un país y la felicidad de los ciudadanos.
¿Cómo ve la situación del español en Cataluña?
Es un terreno tóxico. A veces, excesivamente. Porque se mezclan factores que no son lingüísticos. Si todos fuésemos lingüistas, estaríamos de acuerdo en que hay que defender que no mueran determinadas lenguas. E incluso se entendería la posibilidad de cierta discriminación positiva para que el catalán, el vasco o el gallego tengan ayuda y se mantengan. Pero la lengua no sólo es cultura, sino que se convierte en bandera política. Eso lleva a que sectores políticos defiendan en determinada lengua no solamente la discriminación positiva sino la discriminación absoluta con peligro para la otra lengua. Y eso es lo que no debería ser.
¿Y qué debería ser?
El castellano lleva viviendo en Cataluña desde hace muchos siglos. Desde los primeros matrimonios constitutivos de Ramón Berenguer hasta ahora hay autores que han escrito en español. Está ahí. El español es una lengua de Cataluña. Los hijos de españoles tienen derecho a que se les enseñe en español. Porque hay una trampa saducea que ya se empleaba en contra del catalán en el franquismo y ahora se emplea a la inversa: no se enseñaba catalán porque ya aprendían catalán en su casa. Y ahora no se enseña español porque los inmigrantes ya aprenden español en su casa. Pero se olvida de que la enseñanza en el dominio formal del español se aprende en la escuela y que proporciona cosas necesarias para la vida, como el dominio de la escritura o de la expresión adecuada. Pero si, por proteger al catalán, se deniega en la escuela el dominio del español, se está haciendo un daño irreparable. Porque luego esa persona cuando quiera presentarse a un puesto de administración no podrá colocarse si no tiene ese dominio formal. Hay estudios que hablan de que muchísimos políticos y muchísima gente culta catalana ya maneja el español con dificultad.
¿Qué lugar cree que ocupa la lengua en los movimientos identitarios?
Vivimos en una era de esquizofrenia. Por un lado está la globalización: todos utilizamos la misma ropa, los mismos teléfonos, las mismas costumbres y nos ponemos los mismos tatuajes que los futbolistas y los jugadores de la NBA. Vivimos casi de la misma manera porque hay una nube de globalización que se apodera de nosotros. Pero, a la vez, buscamos ciertas raíces para seguir siendo nosotros. Ahí entran los movimientos identitarios, que son una reacción. Se busca la identidad en rasgos. Y uno de ellos son las lenguas, igual que la religión, la geografía, la piel... Afortunadamente, todos somos iguales y no hay ningún hombre que sea más hombre ni que tenga más derechos que otro. Pero el peligro de los movimientos identitarios es que se basan en creencias y éstas se desactivan mucho peor que las convicciones. Los argumentos no sirven contra ellas.
¿Está la RAE atravesando una mala situación económica?
Es cierto: los diccionarios no se venden en formato papel. Se ha intentado conseguir cierta financiación a través de las ventas de las aplicaciones digitales. Por otra parte, la Academia recibía una asignación del Gobierno de más de cuatro millones de euros. Desde la crisis ha bajado a 1,6 millones. Pero no solamente eso: se han quitado las subvenciones al Diccionario histórico y a las reparaciones de edificio. Así pues, la RAE está tratando de buscar formas de sobrevivir.
¿Esto ha implicado una paralización de su actividad?
 No, porque, al mismo tiempo ha creado una plataforma para entrar a consultar todos los materiales, incluso los diccionarios, de una manera mucho más adecuada. No queremos convertirnos en una orden mendicante. Y el Estado tiene que valorar si la actividad que hace la Academia es positiva o no, si merece la pena mantener todo esto. Yo creo que es muy positiva, porque está haciendo una política panhispánica enorme y ha publicado una cantidad de trabajos ingentes. No estamos pidiendo una subvención, pero podrían, por ejemplo, comprar copias de esta plataforma que puede ser enormemente útil para la administración o para la enseñanza. Volver a dar ese mismo dinero que daba antes pero no a cambio de nada. No puede dejar morir a una academia que es ejemplar en todo el mundo.
En ese sentido, ¿cómo ve el panorama que se abre con la renuncia del actual director de la RAE, Darío Villanueva?
Todas las situaciones nuevas se dibujan como un interrogante. Todos tenemos preocupaciones y uno de nuestros problemas es la supervivencia económica. Y no digo sólo la supervivencia de los académicos. Porque la RAE son los académicos y más de 80 trabajadores que están posibilitando este milagro. Afortunadamente, la RAE es hoy un conjunto de equipos muy bien formados que no pueden quedar en el aire. Sería un fracaso cultural estrepitoso.
¿Cómo sería un escenario de luchas de poder?
Siempre tiene que haber más de una candidatura, pero lo importante es que la Academia es sabia. Y sabe lo que le conviene, cuáles son los retos y los peligros. Y supongo que sabrá elegir. Porque en momentos difíciles es complicado encontrar una mente clara. Pero surgirá.